martes, 6 de octubre de 2015

smmelweis

SMMELWEIS


Ignác Fülöp Semmelweis,nombre de pila,nació el 1 de julio de 1818. Hijo de un tendero de comestibles de origen germano, nace en Buda, en la orilla derecha del Danubio, en un barrio comercial de la capital húngara de población mayoritariamente alemana. Cursa estudios elementales en el Gimnasio Católico de Buda, y de 1835 a 1837 se forma en la Universidad de Pest, al otro lado del río.



En noviembre de 1837 viaja a Viena por deseo de su padre para licenciarse en Derecho austríaco, pero su participación en una autopsia le hace abandonar el derecho y comienza a cursar estudios en el Allgemeines KrankenHaus, Hospital General de Viena, donde se convertirá en alumno de Joseph Skoda (profesor de clínica médica), Carl von Rokitansky (profesor de anatomía patológica) y Ferdinand von Hebra (profesor de dermatología), tres insignes médicos austríacos. En 1839 se inaugura la Escuela de Medicina de Budapest y regresa a su ciudad natal para continuar allí su formación, pero en 1841 vuelve a Viena, descontento con la enseñanza recibida en Pest.
En 1844 se licencia en Medicina y pasa los dos años siguientes trabajando con Rokitansky y dedicado al estudio de la infección en el campo de la cirugía. Durante este tiempo nacen, a la vez, su recurrente inquietud y su permanente insatisfacción.
En 1846, con 28 años, obtiene el doctorado en obstetricia y es nombrado asistente del profesor Klein, en una de las Maternidades del Hospicio General de Viena. Es el comienzo de una obsesión.
Al poco tiempo de empezar a trabajar, Semmelweis comienza a observar con preocupación la alta tasa de mortalidad entre las parturientas, entre fuertes dolores, fiebre alta y una intensa peste.
En este hospicio se disponía de dos salas de partos: una dirigida por el doctor Klein y otra por el doctor Bartch. En la primera, la mortalidad medida en 1842 había registrado una cifra del 30%, pero en los primeros meses de 1846, el año en que el joven médico húngaro entra a formar parte de la plantilla, la cifra ronda el 96%.
Utilizando un rudimentario método epidemiológico comienza a estudiar las diferencias en ambos pabellones: El de Klein es más frecuentado por los estudiantes de medicina, quienes atendían a las parturientas después de sus sesiones de medicina forense en el pabellón de anatomía. En cambio la sala de partos de Bartch es más utilizada por las matronas, pero cuando los estudiantes visitan su sala la mortalidad también aumenta en esta. Esto le lleva a formular la ingeniosa (y correcta) teoría de que los estudiantes transportan algún tipo de<<veneno>> desde los cadáveres hasta las mujeres, siendo ese el origen de la fiebre puerperal.
Una vez que se identificó la causa de la mayor mortalidad de la primera clínica como las partículas de cadáveres adheridas a las manos de los examinadores, fue fácil explicar el motivo por el cual las mujeres que dieron a la luz en la calle tenían una tasa notablemente más baja de mortalidad que las que dieron a luz en la clínica.
El doctor Klein no está de acuerdo con las conclusiones de Semmelweis: sus propias teorías acerca del problema van desde la brusquedad de los estudiantes a la hora de realizar los exámenes vaginales hasta el hecho de que la mayor parte de ellos sean extranjeros ,procedentes de Hungría sobre todo.
De hecho Klein llega a expulsar a 22 de sus estudiantes, quedándose tan sólo con 20, pero esto no mejora la situación entre las mujeres que acuden a la clínica para dar a luz. Se conservan algunas cartas de esta época de Semmelweis a su amigo Markusovsky: «No puedo dormir ya. El desesperante sonido de la campanilla que precede al sacerdote portador del viático, ha penetrado para siempre en la paz de mi alma. Todos los horrores, de los que diariamente soy impotente testigo, me hacen la vida imposible. No puedo permanecer en la situación actual, donde todo es oscuro, donde lo único categórico es el número de muertos».
En octubre de 1846 decide instalar un lavabo a la entrada de la sala de partos y obliga a los estudiantes a lavarse las manos antes de examinar a las embarazadas. El doctor Klein se niega a aceptar esta medida y el día 20 de ese mes despide a su ayudante. A la espera de que Skoda le consiga una plaza en su hospital, emprende un viaje de dos meses por Europa con su amigo Markusovsky. A la vuelta conoce la noticia de la muerte de Jakob Kolletschka, profesor de anatomía, tras producirse una herida durante una disección y desarrollar unos síntomas similares a los de la fiebre puerperal. Este hecho le convence de que la causa son ciertos exudados presentes en los cadáveres:
Este acontecimiento le sensibilizó  y, cuando conocío todos los detalles de la enfermedad que le había matado, la noción de identidad de este mal con la infección puerperal de la que morían las parturientas , con una claridad tan deslumbradora, que desde entonces dejo de buscar por otros sitios.
Por influencia de Skoda es admitido como ayudante en la sala del doctor Bratch. Aún no se conoce la existencia de los microorganismos causantes de las infecciones y sólo puede intuirse la existencia de los mismos a través de sus efectos y del olor que despiden.
A petición suya los estudiantes de la sala del profesor Klein pasan a la sala del profesor Bartch: es mayo de 1847, y ese mes la mortalidad en esta sala sube del 9 al 27%.
Inmediatamente decide preparar una solución de cloruro cálcico y obliga a todos los estudiantes que hayan estado trabajando en el pabellón de disecciones ese día o el anterior a lavarse antes de examinar a las embarazadas, con lo que la mortalidad desciende al 12%.
Durante este período realiza un minucioso trabajo descriptivo acerca de los fallecimientos y las circunstancias en que se suceden, consulta los archivos y registros de la Maternidad de Viena desde su apertura en 1784 hasta 1848 y elabora tablas cruzando los datos de partos, defunciones y tasas de mortalidad para esos años.
En junio de ese año diagnostica de cáncer de útero a una mujer que se creía embarazada. Tras examinarla explora a cinco mujeres durante el parto; las cinco morirán por fiebre puerperal, lo que le permite generalizar sus conclusiones: la manos pueden ser vectores de transmisión de sustancias infectantes.
Decide extender la práctica del lavado con cloruro cálcico a cualquiera que vaya a examinar a las embarazadas, y la mortalidad cae al 0,23%.
Y sin embargo, por vanidad o por envidia, los principales cirujanos y obstetras europeos ignoran o rechazan su descubrimiento. Llegan a afirmar que no es posible reproducir los resultados de su experimento, y que ha falseado las estadísticas obtenidas.
 Solo cinco profesores le mostrarán apoyo público: Skoda, Rokitansky, Hébra, Heller y Helm. Sin embargo en la corte prevalece la opinión del doctor Klein y el 20 de marzo de 1849 Semmelweis es nuevamente expulsado de la Maternidad.
Se traslada de nuevo a su ciudad natal, en plena revolución húngara, y su amigo Markusovsky lo encuentra meses después viviendo en la miseria, con un brazo y una pierna fracturados, y hambriento. Gracias a él es aceptado en la Maternidad de San Roque de Budapest, y pasará los próximos años escribiendo en secreto su principal obra: De la etiología, el concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal.
En 1854, tras la muerte de profesor Birly, es nombrado profesor de la Maternidad del clínico de la Universidad de Pest, y a partir de ese momento prácticamente desaparece la mortalidad por sepsis puerperal.Este gesto empeora su situación pública y comienza un período de declive intelectual, en el que llega a pegar pasquines por las paredes de su ciudad en los que advierte a los padres de las mujeres embarazadas del riesgo que corren si acuden a los médicos.
Sufre alucinaciones, busca tesoros escondidos en las paredes de su casa y finalmente es internado en un asilo. Algunos autores han sugerido la posibilidad de que Semmelweis hubiera padecido durante estos años algún tipo de demencia precoz, o Alzheimer.
En abril de 1865, tras presentar síntomas de mejoría, es dado de alta. Aprovecha su libertad para entrar en el pabellón de anatomía donde, delante de los alumnos, abre un cadáver y utiliza después el mismo bisturí para provocarse una herida. Skoda acude a Budapest, pero tras tres semanas de fiebre y los mismos síntomas que los de las mujeres que tantas veces vio morir, él mismo fallece a los 47 años en brazos de su profesor el 13 de agosto de 1865.
El Hospicio General de Viena es actualmente un edificio rosa con verja negra; en su interior puede verse la estatua de un hombre sobre un pedestal que representa al profesor Semmelweis. Bajo la efigie se ha colocado una placa con la inscripción: «El salvador de las madres».
                                            Resultado de imagen de SEMMELWEIS                                  Aquí tenemos un vídeo con más detalles sobre   él: